Cristina Roldán Jiménez, es fisioterapeuta y doctorada por la Universidad de Málaga en 2017. Desde que terminó su doctorado, comenzó a trabajar como investigadora postdoctoral en programas de ejercicio terapéutico con pacientes de cáncer de mama como miembro del Grupo de Investigación “Clinimetría en Fisioterapia” del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA).



Esto le hizo darse cuenta de la falta de información que había sobre los cambios físicos que se producen como consecuencia de la enfermedad y de los tratamientos, y por tanto, de la utilidad de su profesión en este ámbito, con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes con una herramienta terapéutica con gran respaldo científico.
Ella es amante de la ciencia, del ejercicio y de la educación, por eso en sus ratos libres le gusta divulgar información sobre los efectos beneficiosos de la fisioterapia en la población general y en pacientes con cáncer, en particular.
Es para mí un placer entrevistarla para que nos dé a conocer mejor esta herramienta terapéutica, cómo y cuándo aplicarla, y ofreceros esta información en la voz de una persona joven, entusiasta de su trabajo y dedicada a mejorar la vida de los demás.
A pesar de su juventud, acumula experiencia suficiente para divulgar sus conocimientos basados en la evidencia científica. Recibimos entonces a Cristina Roldán desde Málaga.
Empezamos.
Oncología Cuéntame (OC): Vamos a hablar de actividad física, ejercicio físico y ejercicio terapéutico en relación con las secuelas de la enfermedad oncológica, los tratamientos, y en definitiva cómo mejorar la calidad de vida de las personas. Cuando hablamos de ejercicio terapéutico, ¿de qué estamos hablando exactamente?.
Cristina Roldán (CR)- Está bien ponernos en contexto, porque cuando al paciente se le dá el diagnóstico o después de los tratamientos, se le dice que tenga un “estilo de vida activo”, pero en realidad, no sabe exactamente a qué nos referimos: caminar es suficiente, qué actividades puedo realizar, etc… Así que, antes de hablar de lo que es el ejercicio terapéutico, hay que diferenciar los términos de actividad física y ejercicio físico.
Así, cuando hablamos de actividad física nos estamos refiriendo a cualquier movimiento que realizamos con los músculos de nuestro cuerpo para consumir energía por encima del nivel del reposo; cuando hablamos de ejercicio físico, es una modalidad de actividad física, planificada, estructurada y que persigue un objetivo para mejorar el estado físico en alguno de sus componentes: fuerza, resistencia, equilibrio, etc…Y de manera más específica, cuando este ejercicio tiene un fin terapéutico, hablamos de ejercicio terapéutico, guiado y supervisado por un fisioterapeuta.
OC.- El paciente, reclama en las consultas, objetivos más concretos respecto a su salud y bienestar. Para centrar el tema, nos ponemos en el caso de una mujer diagnosticada de cáncer de mama que realiza diferentes tratamientos: cirugía, quimioterapia, radioterapia u hormonoterapia, y una de sus preocupaciones máximas que es linfedema. ¿Qué es el linfedema y por qué se produce?
CR.- El sistema linfático constituido por una red de vasos linfáticos, al igual que el sistema circulatoria, tiene como finalidad, drenar el líquido de los tejidos y transporta la linfa. Contamos con unos ganglios linfáticos que son estaciones en puntos estratégicos del cuerpo como la ingle, la axila, etc… que recogen el líquido linfático, lo filtran y lo depuran.
En el cáncer de mama, cuando una mujer ha sido operada mediante linfadenectomía axilar y se extraen los ganglios, o se efectúa Radioterapia sobre estos ganglios, el brazo del lado afecto, ve reducida su capacidad para transportar la linfa y es cuando vemos este líquido acumulado y la hinchazón correspondiente porque ese sistema linfático no funciona correctamente..
OC.- ¿Qué síntomas tendremos y aproximadamente a cuántas mujeres se estima que puede afectar?
CR.- Dependerá de lo avanzado que esté. Algunos son la rigidez, la pesadez del brazo afecto, dolor y alteración de la funcionalidad. También puede afectar al hombro, el pecho y la zona torácica.
El porcentaje de mujeres que se pueden ver afectadas, se estima que será en torno a un 20% de las pacientes y existe más riesgo en los dos a cinco años, después del diagnóstico / tratamiento.
OC.- Hoy en día, los tratamientos son menos agresivos, tanto la cirugía con el avance del ganglio centinela, como la radioterapia, que es más precisa y muy exigente en cuanto a las indicaciones de la irradiación del territorio ganglionar de la mama, por lo que vamos disminuyendo los factores de riesgo tanto a corto plazo, como a medio – largo plazo, para que se produzca el linfedema y de este modo, disminuir su incidencia.
¿Cuáles serían las medidas de precaución para contribuir a esta disminución de la incidencia del linfedema?
CR.- Hay otros factores de riesgo que no se relacionan con los tratamientos, sino con el propio paciente, como por ejemplo tener un índice de masa corporal elevado y la inactividad física.
En cuanto a las medidas precautorias, aunque no son medidas preventivas, algunas son cuidar la piel del brazo afecto, heridas tratadas de inmediato, evitar traumatismos y golpes, evitar extracciones de sangre y presiones innecesarias en el brazo afecto.
OC.- El mito del uso del brazo: damos recomendaciones demasiado generales, por tanto, explícanos ahora el papel del ejercicio terapéutico
CR.- Coger peso o mover el brazo no es un factor de riesgo. Hoy se sabe que el ejercicio de pesas, de forma supervisada y progresiva no aumenta el riesgo de padecer linfedema. Y si una persona ya tiene instaurado el linfedema, el ejercicio con pesas por ejemplo, no hará que empeore.
Del mismo modo, es importante mover el brazo porque si no, se pierde la fuerza y la función. Se realizarán menos actividades, y la persona se va condenando a una vida sedentaria con la consecuente ganancia de peso que a su vez, aumenta el riesgo de linfedema.
OC.- ¿De qué forma indicamos al paciente cuál es el ejercicio que debe realizar?
CR.- Si no usamos el brazo, cualquier cosa puede suponer un daño para ese brazo, así que si no sabemos cómo incorporarnos a la actividad diaria, debemos acudir a un fisioterapeuta que valorará la fuerza, la capacidad de ese brazo, y en función de ello, realizará un programa de ejercicio incluyendo el entrenamiento con pesas, para que de manera progresiva, ese brazo vaya recuperando su función necesaria para la vida.
Como es arriesgado decirle a la paciente de forma general qué grado de actividad debe tener, la tendencia es, por precaución, dar recomendaciones generales: que no coja más de un Kg, que no haga nada, que no se exceda con el brazo. Estas pautas generales impiden la mujer se haga daño probablemente, pero estamos pagando un precio muy alto, porque su calidad de vida está disminuyendo progresivamente.
Por tanto, lo mejor es derivar a un fisioterapeuta dedicado a este área, para que pueda evaluar a la paciente y darle pautas específicas y adecuadas, para que gane confianza y esto contribuya a su recuperación.
OC.-¿Con qué criterio el paciente puede escoger a un profesional para este fin?
CR.- Puede buscar clínicas de fisioterapia en su ciudad porque normalmente quien ofrece este servicio, lo publicita. Acudir a asociaciones relacionadas con la oncología para que le puedan orientar. También puede acudir al Colegio de Fisioterapeutas, para que le den el contacto de profesionales que puedan ofrecer este servicio.
OC.- Tu web es una referencia a la que los pacientes pueden acudir: www.cristinaroldanj.com
Entonces, ¿Cómo contribuimos mediante el ejercicio terapéutico a mejorar la calidad de vida de los pacientes?
CR.- En el abordaje concreto del linfedema hay ejercicios específicos para ello, pero además, los programas de ejercicio terapéutico basados en ejercicio cardiovascular combinados con ejercicios de fuerza que son los que aportan más beneficios. Esto se debe a que por un lado el paciente mejorará su composición corporal aumentando la masa muscular que se ha podido perder; disminución de grasa y aumento de fuerza.
Además, es muy importante no perder de vista la fatiga relacionada con el cáncer, o como consecuencia del tiempo y esfuerzo durante los tratamientos. El ejercicio es una de las herramientas no farmacológicas más efectiva para combatir esta fatiga.
OC.-Rompiendo el sedentarismo para combatir la fatiga mediante el ejercicio físico, por contradictorio que parezca. Cristina nos explica este concepto
CR.- El objetivo es pautar el ejercicio de forma que se rompa el círculo vicioso del sedentarismo. Regular la energía de cada paciente y supervisar su actividad para de este modo, mejorar su condición física progresivamente y que abandone el sedentarismo como conducta.
OC.- Por recapitular y más concretamente en el cáncer de mama: ejercicios de fuerza en el brazo afecto. ¿Qué beneficios tiene?
CR.- Ganar movilidad, fuerza, mejorar la función y así ganar también confianza y sobre todo, perder miedo a usar el brazo. Hacer ejercicio en la dosis adecuada para que gane capacidad de forma progresiva, va a apartar a la paciente del sedentarismo.
Como recomendaciones fundamentales para mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos: actividad física y ejercicio físico para combatir el sedentarismo. El ejercicio terapéutico les ayudará a ganar capacidad, mejorar su composición corporal, disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, combatir la fatiga crónica, e incluso durante los tratamientos, reducir los síntomas derivados de estos tratamientos y frenar la pérdida muscular. Para todo ello, deben acudir a un Fisioterapeuta formado, capacitado y familiarizado con esta realidad.
Para obtener información acerca de los profesionales adecuados para este fin, siempre pueden acudir al Colegio de Fisioterapeutas de su área de residencia.
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