Volvemos después de este caluroso verano de 2022, en Oncología Cuéntame, con nuevos temas, con más fuerza que nunca y decididos a estar como siempre cerca de ti, en este espacio que fue creado para tí y por tí, para hablar de cáncer, de oncología.
Hoy trataremos el Cáncer de próstata, uno de los tumores considerados de buen pronóstico en general y con muchas posibilidades diagnósticas y terapéuticas.



En este audio de unos 30 minutos, encontrarás información relativa al diagnóstico que generalmente ocurre como un hallazgo al realizar una analítica y detectar valores elevados de PSA.
La confirmación se obtiene mediante una biopsia y el resultado del laboratorio de Anatomía Patológica, nos clasificará este tipo de tumor en bajo riesgo, riesgo intermedio o riesgo alto (Gleason score).
El riesgo se refiere a las posibilidades que tener un tumor confinado en la próstata o a que exista un mayor riesgo de que se extienda a otros órganos o a los ganglios linfáticos de la pelvis.
Conforme a ese riesgo y desde el Comité de tumores (reunión de especialistas dedicados a esta patología oncológica: urología, oncología médica, oncología radioterápica, anatomía patológica, medicina nuclear, radiología) se establece la estrategia terapéutica considerada más adecuada para cada caso, así como la secuencia de tratamientos si fueran varios combinados y el seguimiento del paciente.
En general, y cuando el tumor está confinado a la próstata, se puede tratar mediante cirugía con los avances de los últimos años en cuanto a cirugía laparoscópica y a veces, asistida por robot, con el fin de minimizar las secuelas posibles y obtener la mayor eficacia en cuanto a la radicalidad del tratamiento.
Este tipo de operación se llama prostatectomía radical con o sin linfadenectomía (extraer ganglios linfáticos pélvicos próximos a la próstata con riesgo de que las células tumorales los hayan colonizado o los puedan colonizar)
También es posible realizar un tratamiento de Radioterapia con diferentes técnicas según el caso, que pretenden también esa radicalidad minimizando el daño a los tejidos sanos situados cerca de la próstata, fundamentalmente recto y vejiga, y el intestino, en el caso de sea necesaria la irradiación de los ganglios linfáticos pélvicos.
Estas posibles técnicas son la Braquiterapia; la más empleada es la baja tasa de dosis, que consiste en implantar directamente semillas radiactivas en la próstata.
La Radioterapia externa, que es la que se realiza con un acelerador lineal en varias sesiones diarias, cinco días por semana, que serán según el fraccionamiento escogido, entre 20 y 40.
La técnica más recientemente incorporada que es la SBRT (Radioterapia esterotáxica dirigida a un órgano del cuerpo exceptuando el cerebro: “B” de body, en este caso, a la próstata), que se puede realizar en 5 sesiones.
La indicación de cada una de ellas dependerá de las características del tumor (Gleason) y grupo de riesgo asignado, características anatómicas del propio paciente y del tamaño de la próstata, y si existe sintomatología asociada o no.
De nuevo, importante la discusión del caso en el Comité de tumores con la participación directa del oncólogo radioterápico que establecerá de forma consensuada la técnica más apropiada para cada caso.
En situaciones concretas, y una vez analizada la pieza quirúrgica en el laboratorio de anatomía patológica tras una cirugía radical, es nuestro compañero el patólogo el que nos indica que algunas características implicarían un riesgo mayor de recaída, y por ello, se valorará la opción de realizar Radioterapia externa después de la cirugía dirigiendo la radiación al lecho quirúrgico (lugar donde estaba la próstata antes de la operación) y a veces, a los ganglios linfáticos del territorio pélvico correspondiente al drenaje de la próstata. En estos casos se realizarán entre 33 y 35 sesiones diarias, de lunes a viernes.
Importante señalar que cualquier técnica de Radioterapia requiere un proceso de planificación: se realiza un TAC de planificación en las condiciones en que se realizará el tratamiento (vejiga llena, recto vacío, posicionamiento y marcación con tatuajes). Después el Oncólogo Radioterápico dibujará corte a corte en ese TAC lo que se pretende irradiar con las dosis máximas posibles (en este caso, la próstata o su lugar + ganglios linfáticos), y señalará los órganos cercanos para medir y minimizar las dosis de radiación que les llegan y de este modo, encontrar la forma de irradiar con más precisión.
Es obligatorio que este plan de tratamiento realizado en un ordenador pueda reproducirse diariamente en la máquina, y además, debe comprobarse mediante imagen periódica, que las condiciones sobre las que se ha programado el tratamiento (posición del paciente, vejiga llena, recto vacío, etc…) son las que están ocurriendo en las sesiones programadas.
En resumen, cualquier tratamiento de Radioterapia requiere un proceso previo de planificación realizado por nuestros compañeros Dosimetristas y Radiofísicos y aprobado por el Oncólogo Radioterápico una vez verificados los parámetros de calidad, seguridad y eficacia, necesarios.
Otra opción de tratamiento, es el tratamiento hormonal o Terapia de deprivación androgénica (TDA), que es considerado en caso de riesgo intermedio desfavorable o alto riesgo. Pretende minimizar las posibilidades de enfermedad a distancia y el riesgo de recaída local. En términos simples, debemos tratar el tumor localmente y localizado de forma precisa mediante las diferentes pruebas diagnósticas, y además, minimizar el riesgo de metástasis y recidiva local.
De nuevo, dado que el tratamiento hormonal puede prescribirse de diferentes formas, es necesario consensuar la opción terapéutica, establecer los fármacos más adecuados, y el tiempo de duración previsto. Este tratamiento no sólo es compatible con la Radioterapia, sino que es necesario que así se realice (tratamientos combinados).
Por último, reseñar que en algunos casos puede ofrecerse al paciente la vigilancia activa. Esto significa, que a pesar de tener constatada la existencia de células tumorales en la próstata, la carga tumoral es baja (riesgo bajo), y por lo tanto, manteniendo un protocolo de vigilancia mediante detecciones frecuentes de PSA, pruebas de imagen, tacto rectal y sintomatología clínica, podremos actuar sólo si cambian las características de la enfermedad, y de este modo, preservar la calidad de vida del paciente hasta que se considere estrictamente necesario el tratamiento.
Si deseas ampliar información sobre alguno de estos temas y crees que sería de utilidad profundizar en algo de forma más detallada en otro audio, no dudes en dirigirte a mí y realizar tu sugerencia o necesidad a través del correo electrónico: mariajose@oncologiacuentame.com
Hasta la próxima ocasión. Espero que te haya ayudado esta información. Puedes seguirnos en las RRSS y en las distintas plataformas de audio.
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